Junto a la ilustradora holandesa Arianna Faber, María José Ferrada nos cuenta una emotiva historia que versa sobre el paso del tiempo. La protagonista, una niña, que junto a su vestido blanco atraviesa las estaciones del año y se deja sorprender por cada una de ellas. El vestido, al igual que la niña, es travieso porque se tiñe de colores, se estampa de naturaleza, se tumba en el pasto, se mancha de cerezas, juega con pequeños insectos y grandes animales y hasta la protege del frío invierno.
Este libro es como un canto a la infancia y evoca esas salidas al parque en que sin importar dejábamos marcas en nuestra ropa, esas marcas que significaron aventuras, sensaciones y emociones que la propia naturaleza, en su estado más puro, es capaz de compartirnos.