Emergencia sanitaria: la mala salud del sector editorial

No es novedad que las editoriales independientes, esas que como consumidoras y consumidores etiquetamos como “pequeñas” por la producción reducida de sus ediciones, deban combatir a diario con los conglomerados de mayor magnitud comercial. Hoy el campo de la edición en Chile es una práctica privilegiada tras padecer años de privación durante la dictadura militar,  y quienes deciden emprender camino desde una vereda independiente, día a día deben pensar estrategias que les permitan instalar sus proyectos alternativos con sello propio; posicionar su catálogo; validarse como agentes culturales, políticos y sociales relevantes dentro de la comunidad.

Las editoriales independientes generalmente se caracterizan por contar con equipos profesionales reducidos y se organizan a modo de colectivo o por medio de asociaciones que comparten una visión común. Conciben el libro y la lectura como un bien primordial, con una función principalmente cultural, crítica y social,  e incursionan en el sector público con un abanico de estrategias para subsistir, como son las ferias del libro, presentaciones y lanzamientos, encuentros en torno al libro u otras actividades dirigidas a las y los lectores. 

En Chile, las editoriales independientes comenzaron a ver la luz en la década del 90 junto con el regreso a la democracia, luego de atravesar un periodo oscuro y de fuertes restricciones culturales y sociales, ejercidas durante la dictadura militar, el sector cultural comenzó a florecer. La Doctora en sociología, Constanza Symmes, en su estudio Editar en el Chile post-dictadura, se refiere a este surgimiento como “un actor que viene a conectar el campo cultural y político, puesto que pone en discusión las iniciativas culturales propuestas por los gobiernos de “transición”, allí donde se perpetúan o interrumpen determinadas políticas instauradas por la dictadura o bien, se heredan lógicas económicas de carácter neoliberal que van en desmedro del libro, considerado éste como “cualquier otra mercancía”, sin que se le asigne un estatuto diferencial que lo considere un bien simbólico y cultural”.  (Symmes, Constanza « Editar (en) el Chile post-dictadura: Trayectorias de la edición independiente, 2015)

Siguiendo esta línea, en el año 2001 surge la Asociación de Editores Independientes de Chile, considerada como pionera en Latinoamérica. En sus inicios se conformó solo con siete editoriales, pero con los años fue tomando fuerza y hoy son la agrupación de editoriales independientes más grande del país, ya que cuentan con noventa sellos. Esta asociación responde a la necesidad de fomentar la diversidad cultural y la bibliodiversidad desde una perspectiva humanista, democrática y plural por medio de la colaboración y el intercambio, así es como lo decretan. Ahora bien, no todas las editoriales independientes o microeditoriales forman parte de esta asociación, algunas aún se identifican con la auténtica noción de autónomas, muchas de ellas se coordinaron como la Cooperativa de Editores de la Furia (Cef) alianza que surge oficialmente el 2014 y que se conformó gracias a la Furia del Libro

La percepción de expertos y editores frente a la crisis

Hoy las editoriales independientes no solo se encuentran combatiendo con grandes conglomerados comerciales, la pandemia se convirtió en un nuevo y potente obstáculo y ha afectado fuertemente este sector, como varios otros. Frente a esto, se ha vuelto sumamente necesario repensar estrategias que ayuden a paliar esta realidad, considerando lo relevante que son estos sellos para el ecosistema del libro, tanto por su capacidad de descentralizar la producción y circulación de muchas obras, como por el fuerte trabajo de revitalización y visibilización de diversos géneros, autores y textos que se vinculan a cada territorio. 

El Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC) durante el 2020, publicó un estudio que aproxima la percepción de los actores del sector editorial iberoamericano en relación al comportamiento de las ventas de libros impresos, a la producción de nuevos títulos y a las medidas que cada gobierno fue tomando en relación a la crisis sanitaria y el sector editorial. En México, según información de Nielsen Bookscan —que tiene una cobertura del mercado mexicano estimada entre 60% y 70%—, hasta el 2 de mayo de 2020, las caídas con respecto a 2019 eran ya de 17,4% en ejemplares vendidos y de 19,4% en facturación. El suelo de las ventas se presentó en la semana del 6 al 12 de abril, cuando se vendieron 103.674 unidades, 79,2% menos que en la misma semana del año anterior. En las últimas tres semanas las ventas se han estabilizado entre las 120.000 y 130.000 unidades, lo que equivale prácticamente a la mitad del promedio de unidades que se vendían en las cuatro semanas previas al inicio de la cuarentena. 

 

 

“El registro de novedades en abril cayó 50% con respecto al mismo mes en el año anterior. Si se compara el primer cuatrimestre de 2019 con el de 2020, la disminución en las novedades dadas de alta es del 18,97%. En 2019, al término de abril, se habían registrado 8.567 títulos nuevos, en 2020 se cuentan 6.942” (Cámara Argentina del Libro, 2020)

Otro lamentable aspecto que destaca, es el impacto a la producción de nuevos títulos y ejemplares, “el registro de novedades en abril cayó 50% con respecto al mismo mes en el año anterior. Si se compara el primer cuatrimestre de 2019 con el de 2020, la disminución en las novedades dadas de alta es del 18,97%. En 2019, al término de abril, se habían registrado 8.567 títulos nuevos, en 2020 se cuentan 6.942” (Cámara Argentina del Libro, 2020). 

Esta aproximación regional, si bien no es representativa estadísticamente tal y como se menciona, buscó en el inicio de la pandemia, ser una aproximación a la percepción de editores y libreros sobre el impacto económico de la crisis sanitaria. Es más, en la actualidad aún resulta complejo contar con información actualizada y periódica respecto a este impacto, tal como comentó en abril recién pasado, el  coordinador del Ecosistema del Libro de la misma entidad, José González, tenemos una dificultad muy seria para contar con información actualizada y periódica: la reticencia del sector editorial para compartir información y la dificultad en algunos países para recolectar estadísticas de forma sistemática”. 

En nuestro país, al principio de la pandemia el escenario fue incierto y hubo pérdidas económicas importantes. Producto del confinamiento muchas librerías, bibliotecas, centros culturales e imprentas se mantuvieron cerradas, se suspendieron ferias, lanzamientos de libros y actividades de mediación y promoción de la lectura. En este sentido, el Covid-19 no solo afectó nuestras relaciones interpersonales, sino también, alteró la forma de acceder a los libros, la lectura y por supuesto el sistema de circulación. Frente a este confuso panorama, editoras y editores se vieron obligados a reinventar sus modos y comenzaron a difundir sus obras desde plataformas virtuales y de esta manera comprometer una presencia más activa en relación a las ventas, difusión y publicación de sus novedades.

Al respecto de esta cuestión, la presidenta de Editores de Chile, Francisca Jiménez, en una entrevista realizada por la Unesco en abril recién pasado, mencionó que las ventas de libros en el sector editorial independiente sufrieron una disminución del 7% en el 2020 con respecto al año anterior, además agregó  que “una gran mayoría de las editoriales (80%) tuvo que hacer algún tipo de disminución, como dejar de publicar libros, terminar o modificar contratos de colaboradores, acogiéndose a la ley de proyección del trabajo o tuvo que dejar el espacio físico de la oficina como gasto recurrente. Un dato muy interesante es que en el 2019 el 43,3% contaba con libros en formato digital y en el 2020 aumentó al 77%”. 

El panorama editorial y la crisis en Valdivia

La editorial Mewo Studio disminuyó en un 100% el porcentaje de venta de libros impresos en el año 2020, “principalmente porque se perdieron las consignaciones de casi todas las librerías” comenta Francisco Pérez Ortiz, director general. Por suerte, la editorial desde el año 2019 comenzó a digitalizar su catálogo vía Amazon Kindle y de esta manera, las ventas en formatos digitales han logrado mantenerse.

En relación con los ingresos por venta directa de libros, Francisco señala que “la editorial, contó con auspiciadores y proyectos que nos ayudaron a sostenernos sin contar directamente con las ventas de libros físicos. La digitalización, como decisión anterior a la pandemia, también ayudó a esta causa”. 

Mewo Studio es un sello orientado al público infantil, juvenil y adulto, y dedica su producción a la edición de cómics, narrativa gráfica e ilustración, y a pesar que sus obras se enfocan en público bastante diverso y heterogéneo, sus principales consumidores se encuentran entre los 18 y los 30 años. 

Actualmente están apuntando a un público internacional por lo que todas sus últimas obras han sido traducidas al inglés.

A89

Jorge Retamal de editorial A89, nos cuenta  que tuvieron que acomodarse a la nueva normalidad ya que los libros distribuidos en librerías, físicamente establecidas, disminuyeron sus ventas al 100%. Sin embargo, las librerías que ofrecen sus títulos a través de la web han aumentado considerablemente en comparación con años anteriores, pero esto coincidió con su planificación de digitalizar la venta “si es en porcentajes, el aumento en comparación con el año 2019 ha sido de un 60% y en comparación con el año 2020, este año ha aumentado en un 30%”.

Entonces, tomaron medidas desde el ámbito digital para continuar llegando a lectoras y lectores, como por ejemplo publicar el catálogo en el sitio web con venta online desde mercadopago, para compras con tarjetas y cuotas, junto con la mejora sustancial de las redes sociales para la promoción de los libros y venta. Cuestión que les ha beneficiado bastante. 

Ahora bien, todo este esfuerzo de venta digital directa de libros no ha sido significativo si de sobrevivir se trata “si bien hemos aumentado las ventas, estas no han alcanzado el número que deseamos para que la editorial sobreviva. Esta editorial sobrevive gracias a la colaboración de sus miembros que complementa la venta. Nuestro objetivo es que a diciembre de este año 2021, logremos tener una editorial autosustentable económicamente en base a la venta de libros y servicio”, enfatiza Jorge.

Ediciones A89 nace en el año 2011 organizando un catálogo que se centra en las áreas de las Artes, Humanidades y Ciencias Sociales. Además ofrecen servicios completos de edición e imprenta.

Komorebi

En el caso de Komorebi Ediciones, Pedro Tapia, director general, menciona que se vieron afectados probablemente en más de un 50% de bajas en las ventas, esto debido a la imposibilidad de participar en ferias y presentaciones de libros, actividades de mediación y promoción de sus ediciones, así como también, por la disminución de la asistencia de los consumidores a las librerías, “nos hemos sostenido básicamente por las ventas online, tanto directas como por Buscalibre, por la labor de nuestra distribuidora y por la modalidad delivery que han empleado muchas librerías, como Los Libros del Gato Caulle en Valdivia y Pedaleo en Santiago”.

Al igual que los dos casos anteriores, en Komorebi decidieron tomar medidas desde lo digital para continuar llegando a lectoras y lectores de todo el país “todo nuestro actuar se ha modificado pues tuvimos que seguir en contacto con nuestro público de otros modos para darles a conocer los nuevos títulos en presentaciones y conversatorios virtuales, y fue todo un desafío. En ese sentido fue crucial, de gran ayuda el haber podido inaugurar nuestra página web a mediados del 2020, ya que así también pudimos captar la atención de nuevas lectoras y lectores con una presentación atractiva de nuestro catálogo y empleando un método fácil de venta, a través del carrito de compras y de un servicio de despacho a todo Chile”.

Para Komorebi, además de la venta por medio del sitio web, el convenio con la distribuidora Pirita y el uso de las redes sociales han sido estrategias claves para mantener el contacto y poder comercializar sus libros, sin embargo, según relata Pedro, “estas modalidades y esfuerzos no logran equiparar los ingresos que obtuvimos cuando funcionamos normalmente, de modo presencial”.

El grupo editorial, cuenta con un catálogo de cinco colecciones: Mil peces blancos (poesía), Ruido de agua (reedición), Ecos distantes (traducción), Surco de fuego (narrativa) y Palabra hendida (ensayo). Actualmente se encuentran evaluando la opción de digitalizar algunos de estos títulos y descubriendo las características y alcance de los audiolibros, un territorio que según manifiestan, es interesante y al mismo tiempo poco explorado.

Komorebi es una palabra japonesa intraducible al castellano que significa “la luz del sol que se filtra a través de las hojas de los árboles”.

Madedevi

Madedevi ediciones es un sello editorial emergente con una colección dirigida principalmente al público infantil y juvenil. Producto de la pandemia, sus ventas, que principalmente se concretaban en ferias, disminuyeron por sobre el 80%.

Según nos cuenta María Delfina Delgado, creadora y editora del sello, durante el año 2020 se vieron forzados a actualizar y mejorar su sitio web para ofrecer de manera más directa, sus obras. Pero no solo tomaron esta medida para continuar llegando a sus lectoras y lectores, sino también, comenzaron a publicar y marcar presencia en las redes sociales.

Para Madedevi, los niveles de venta no permitieron cubrir los gastos que generaban, por lo que tuvieron que inyectar recursos propios para poder seguir operando. En relación a la proyección del futuro, María Defina apunta a seguir activos en este panorama incierto y cambiante “hemos seguido trabajando en lo literario, sacando con mucho esfuerzo nuevos títulos, pensando en que se generen nuevos espacios, hasta el momento las ferias virtuales en las que hemos participado no logran generar una dinámica real de ventas, por lo que hay que seguir buscando cómo será la nueva forma de relacionarnos. Si bien por la web podemos llegar a más personas, se debe considerar cómo se traduce en ventas aquello”.

Actualmente este sello, según su creadora, publica libros relacionados con temas actuales que enfrentamos como sociedad, relacionados al cuidado del planeta, la protección de los animales, flora y fauna, diversidad e interculturalidad, entre otros. 

Estos libros buscan incentivar a lectores de todas las edades, a compartir el hábito de leer en familia, imaginar y disfrutar.

Verde vivo

A Verde Vivo la pandemia los encontró en una etapa de crecimiento como sello, su acotado catálogo se encontraba solo en algunas librerías en Valdivia y con el pasar del tiempo lograron que se expandiera en otras regiones. En el momento en que inició la pandemia, no contaban con un sitio web operativo y el mercado local se considera muy pequeño, por lo tanto, depender exclusivamente de las ventas para sobrevivir como editorial, nunca ha sido la única opción “ofrecemos otros servicios editoriales para proyectos externos públicos y privados, así como también, hemos vendido libros a entidades gubernamentales, ventas que por lo general, significan una importante inyección de recursos para empresas creativas pequeñas como la nuestra”, menciona Luis Oviedo, Coordinador editorial de Verde vivo.

Actualmente y producto de la crisis, tomaron medidas desde lo digital para continuar llegando a sus lectoras y lectores, es así como activaron el sitio web que incluye una tienda virtual con venta directa que les ha permitido llegar a muchos lugares del país, principalmente zona centro y sur. Pero no sólo eso, también están trabajando en la digitalización de su catálogo “esto con el fin de distribuir a través de las principales plataformas de venta y también -esperamos- a través de bibliotecas digitales, que hoy en día han cobrado mucha importancia en contexto de confinamiento y crisis sanitaria global. Sin duda que hay aspectos que debemos trabajar más en profundidad como la promoción y difusión de nuestros productos, mejorar la gestión de redes sociales, entre otros” acota Luis.

Para Verde vivo, vender parte de sus obras producidas no significa solo obtener ganancias monetarias, sino también mantener alta la autoestima de la editorial. Los escenarios actuales son inciertos y cambiantes, pero para Luis y todo el equipo es importante fomentar la asociatividad entre los diversos actores y agentes de la cadena del libro “El teletrabajo en equipo ha sido muy gratificante para sobrellevar la no presencialidad y el distanciamiento con los colegas, autores/as, diseñadores/as, ilustradores/as, distribuidores/as. Durante la pandemia hemos trabajado mucho precisamente en fortalecer las redes y el trabajo colaborativo, entendiendo esos procesos como una manera real de paliar el efecto atomizador de una crisis sanitaria como la que vivimos, en las industrias creativas y la economía llamada naranja”. 

Editorial Verde Vivo se dedican a la edición de libros infantiles, promueven las publicaciones de autoras y autores emergentes regionales y buscan poner en valor el patrimonio cultural y natural de la zona.

Reconversión hacia lo digital: desafío y oportunidad

Tal como menciona Luis, y los demás representantes de estas editoriales, los escenarios actuales son inciertos y cambiantes, la crisis sanitaria desplomó muchos proyectos sociales y culturales, por más sólidos que se pensaban, sin embargo, muchos de ellos, gracias al trabajo colaborativo y la generación de redes públicas y privadas, han vuelto a  levantarse.

Las editoriales valdivianas, al igual que muchas editoriales independientes del país, se vieron forzadas a mejorar su funcionamiento en las nuevas plataformas digitales e idearon potentes estrategias, que les han permitido tener una comunicación directa y fluida con sus lectoras y lectores, o sea se reinventaron, cambiaron sus estrategias de ventas y digitalizaron sus catálogos, no muy lejos de la realidad de muchos países de la región. De hecho, expertos del CERLALC se refieren a esta reconversión hacia lo digital como una oportunidad y afirman que  las personas seguiremos buscando libros, impresos o digitales, porque el formato termina siendo indistinto para el lector, lo importante en este escenario entonces, es que editores y libreros tengan la oferta a disposición.

Es un hecho que la mayoría nos encontramos saturados de eventos virtuales y preferimos lo presencial, pero también es un hecho las múltiples posibilidades que el encuentro virtual y las diversas plataformas digitales permiten, como un sistema importante de intercambio y de democratización de la información, (si no se convencen visiten la Biblioteca pública Digital). Las lectoras y lectores existimos al otro lado de la pantalla, esperamos y vivimos los cambios, algunos más reticentes o imposibilitados que otros, claro está, pero intentamos reacomodarnos y resurgir, el desafío se centra ahora, en continuar estableciendo y reforzando esos lazos entre el lector y el libro, independiente del formato.

En este escrito, colmado de porcentajes, evidencias e incertidumbres, algo nos queda claro en relación al sector editorial independiente: no deben perder la energía en el arduo proceso de adaptación, ya que para quienes gozamos de la lectura, estos sellos y sus ediciones, significan un agente importante que enriquece el paisaje cultural con sus propuestas estéticas y literarias; revitalizan y visibilizan autores regionales y textos vinculados con nuestro sur; nos posibilitan el libro como un bien cultural que trasciende lo comercial; descentralizan y dinamizan la producción cultural a lo largo del país, y ese trayecto, ninguna pandemia lo debe afectar.

Escrito por: Melissa Cárdenas

Referencias utilizadas por orden en este texto:

Symmes, Constanza « Editar (en) el Chile post-dictadura: Trayectorias de la edición independiente, 2015

El sector editorial iberoamericano y la emergencia del covid-19. Aproximación al impacto sobre el conjunto del sector y recomendaciones para su recuperación. Publicado por CERLALC. Elaborado por José Diego González M., coordinador  del área de Ecosistema del Libro del Cerlalc, con la  colaboración de Francisco Thaine, subdirector técnico, y Natalia Ávila, coordinadora de Relaciones Interinstitucionales y Cooperación. 

 

Share This